Asistencia al viajero

Cuando esté mal compadre
no se oculte,
no vaya a tierras lejanas
y si debe llegar a algún lado
elija caminar
a perderse tras la ventanilla
del 127 o del 90.
Ande preferentemente por avenidas,
como Córdoba o Corrientes.
Mire al caos a los ojos,
porque verá también la belleza
rondando en voz baja.
Y atrévase a decir que está mal.
Entonces,
cuando irrumpan su marcha para venderle una tarjeta
o salvar un glaciar
diga “disculpe hoy no puedo, es que estoy mal”
y no largue un sombrío “le agradezco”
o el típico “llevo prisa” de los canallas.
No se meta por veredas desoladas,
no tome paralelas como Camargo o Padilla
para ir al oeste,
a menos que el día se parta de lindo
y comprenda exactamente por qué
alguien puso una calle ahí
y no una autopista
o una escalera mecánica.
Cuando esté mal, mi compadre,
no vaya al gimnasio
ni suba el volumen.
No se flagele.
Tome alcohol sólo con las personas adecuadas,
haga algún deporte divertido
(en el mundo hay rabia pero también hay futbol),
lea despacio
y si escribe hágalo del mismo modo
- bien despacio -
para que no se le escurran las ideas.
Borre sólo con la mano izquierda,
y pase por encima de su cruz
en vez de clavarse en ella.

Tírese a descansar donde le pegue el Sol,
cierre un ojo y ponga sus miserias a trasluz
para ver el esqueleto frágil
que ellas inútilmente esconden.
Salga por la tangente de la calma,
comprenda que no hay dolor que duela cada día más
y siéntese luego a tomar el mate del mundo.
No; no se alarme por saberse sensible,
pese al mascullar de las malas lenguas
aquello es una virtud
que envaina fuerzas:
hay amor y hay pesar
en los corazones revolucionarios,
no cáscara,
no carteles luminosos,
no buenos modales.
Amor y pesar.

Pero tenga en claro que a veces, compadre,
simplemente toca el dolor
y no es infame sentirse triste,
por el contrario,
es inútil indignarse o protestar
como si uno no lo mereciera,
como si no fuera un pretexto
para toparse en el medio
con la compleja tarea
de quererse en serio,
que es en concreto lo importante,
porque tarde o temprano
llegará la soledad
y revelará el total significado de la frase
“los de afuera son de palo”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Superestructuras (humanas)

Un tipo, un bar

Memorias de un hombre impuntual