Crónica de un hecho desgraciado

Pudiendo ser estas líneas un vómito de filosofías de vida, desahogos de un hombre meloso o un estudio acerca de los efectos del plutonio en contacto con el ADN humano, sucede algo tan poco común como asombroso y despreciable: esta es, de alguna forma, la historia de un no-amor. Quien sabe si por los hechos de los últimos tiempos, por algún mensaje oculto que es necesario transmitir o por propio capricho de quien narra.

Es importante, antes de continuar, aclarar el significado del término “No-amor” y diferenciarlo de otros que puedan parecérsele en su realidad:
El no-amor es no-amor por la ausencia total del afecto, ya que la motivación para que el mismo perdure es %100 carnal. Lejos se encuentra un no-amor de una relación de amantes comunes y silvestres que deciden frecuentarse, pues es sabido que, con el tiempo, el cariño entre los protagonistas de la historia se hace presente y la situación deja de ser netamente física, ya que son pocos quienes se atreven a negociar carne por carne y nada más sabiendo que la misma no para las balas.
Tampoco confunda el lector al no-amor con el odio, pues “del odio al amor hay un solo paso” dicen, y el no-amor promete ser no-amor para siempre.

En definitiva, esta es la historia de un no-amor. Y como tal, seguramente nadie la recuerde: el burdo público de hoy en día prefiere el trágico tinte rosado del romance como suceso, a la emoción del choque entre dos amantes fríos y sagaces.

Cuentan que ella era hermosa, de dulce mirar y que acostumbraba ser amable. De todos modos, sin aparente motivo, era mala. Ayudaba a los necesitados, colaboraba con cuanto mendigo se le cruzara e incluso era enfermera de un importante hospital. Pero de alguna forma, siempre se las ingeniaba para aumentar su Karma negativo.
Era definitivamente mala. Mala como pocas, pero mala con marido.

Él se llamaba Juan y había sido dejado por su ex esposa Maria Laura, quien escapó de su casa una noche y lo condenó a una vida de resignación amorosa.
Eso es todo lo que sabemos de nuestro protagonista hasta ahora. (Eso y que era delgado).

Se conocieron hace no muchos años, en algún lugar y quien sabe de qué forma.
Los primeros años fueron fantásticos: Vidas libres privadas de privaciones pero no de privacidad.
Ambos se limitaban a encontrarse los jueves durante la noche, y hundirse en sus cuerpos hasta el amanecer siguiente.
Claro está, que los dos poseían vidas paralelas: Ella estaba casada con un hombre exitoso que solía engañarla, y tenía su billetera repleta de papeles verdes.
Él simplemente subsistía.

Era perfecto y sencillo. Y así lo fue durante varios años, hasta que el asunto se tornó complejo y el término no-amor comenzó a desvirtuarse.
A partir del año 5 surgió un problema: Cada jueves él buscaba estrategias que le permitieran llegar más allá de la carne, mientras que ella, alimentando la desgracia del pobre Juan, se divertía hablando tonterías hasta el momento de pecar de lujuria, para luego disfrutar de un desayuno en compañía y partir nuevamente hacia su rutina.
Fueron tiempos duros para el muchacho.
Él, cada semana, de domingo a miércoles ansiaba la llegada del jueves. Los jueves amanecía de buen humor. Y del viernes, hasta que la melancólica tarde del domingo arrasaba con su sonrisa, alimentaba su felicidad con el recuerdo de los sucesos del día furtivo de la semana.
Ella en cambio, exigía poco, obtenía mucho y le esperaba, aunque no lo anhelara, mucho más.
Sólo se dedicaba a fingir miradas deseosas los días jueves.

Nadie sabe cuanto calendario más soportó la situación, y la misma, como toda diferencia de conceptos, alcanzó su punto cúlmine y estalló por completo, destruyendo una historia que parecía poseer un final no-feliz, pero sí pacífico a fin de cuentas.

Un día (que no era jueves) él despertó distinto: la extrañaba y se sentía celoso.
Esa noche la mató.
- Ya no me servís – Le dijo, y hundió un puñal en su pecho.
Al poco tiempo comprendió lo hipócrita que resulta jactarse de vivir en la comodidad de un no-amor y pretender esa tan preciada exclusividad carnal.
Cuentan que esa noche bebió hasta emborracharse, y al amanecer se arrojó a las vías del ferrocarril Roca.

La familia de Juan nunca notó su ausencia. Quizás porque en realidad jamás tuvo una verdadera familia.
En cambio el esposo de ella rindió los honores correspondientes en su funeral, pasó 1 año fingiendo luto y luego se casó con su amante preferida: Maria Laura.

Comentarios

  1. TREMENDO....

    Siendo éste escrito el último que leí (que mala eleccion, y no porque sea malo, sino porque me dejó medio AUCH) me gustaría saber cuándo lo escribiste, en qué momento de tu vida, y por qué y con qué fin... muchas preguntas, el algun momento me tocaba a mi preguntar jaja....
    en serio, terrible.. y el final, INESPERADO, sigo creyendo que las sorpresas siguen siendo hasta ahora, lo mejor que me da la vida...

    Bueno, carajo! ya leí todos tus escritos.. ahora me merezco conocer al artista en vivo y en directo! UN CALIDO ABRAZO FACU...

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