Abrazo (instante cuervo blanco)

No me olvido hermano
que mientras el más bueno se quebraba para siempre
fueron tus manos, ávidas de proteger,
quienes pusieron rienda al miedo
y se anticiparon a las trizas de un corazón
colmado de injusticia, desierto de aliento.

Allí, él se embarcaba en viaje nuevo.
Allí, el amor como respuesta a todos los hechos.

Alzóse un cuervo blanco en ese instante
en que tu brazo rodeó mi lomo y tu voz llenó mi oído.
Reencuentro y certeza: "aún te tengo, no soy mero desconsuelo".

La noche, cruenta, al fin llegó.
Con el adiós como bandera, flameando entre el tiempo eterno,
y nos halló rotos pero erguidos.
Y tu pecho fue escudo,
y el dolor fue tormenta,
y la vida, nave a todo trapo.
Y tu mano fue amarra,
y tu espalda fue mi vela.

¡No me olvido, hermano!
Con aquel abrazo revelaste que me seguías cuidando.
Es entonces, aquel abrazo,
recuerdo preferido,
inmenso tesoro guardado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Superestructuras (humanas)

Un tipo, un bar

Memorias de un hombre impuntual