Pregunto

¿Para qué me avisás que te vas, en el preciso momento en que te estás yendo? Okey, recibo, pero no puedo cambiar nada. ¿Qué hago con tu nuevo significado?
Oigo el aviso, respiro con pausas y pongo lo que no había puesto hasta ahora. Desarrollo alguna acción torpe e inútil, puteo y repaso mis errores. Todos los aciertos que quedaron atrapados en mi imaginación.
Potencia del dolor: el tiempo de quietud es el exponente y tu partida la base.
Lamentos como mantras.  Era por abajo viejo, era por abajo.
Pero no puedo más que verte ir. Yo viendo, vos andando.  Implacable, real, simple.
Ahora a buscar una puerta abierta.

¡La de la izquierda! Dice el empleado de metrovías. Ahí voy.
Soy un byte pateando 9 de Julio a las once de la noche en busca de un bondi en dirección a Almagro.
Ojalá a algún pasajero se le caiga guita al lado mío y sólo lo vea yo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Superestructuras (humanas)

Un tipo, un bar

Memorias de un hombre impuntual